

He leído en el periódico que un chaval de Singapur puede ir al talego por engancharse a la red WiFi del vecino. Pues bien, mi ordeñador es un vicioso que se esnifa el güifi del vecino. Yo le he dicho que podemos ir al talego, pero el muy jonky pasa de todo. A mi me dan pena las ondas wuisfli que revolotean por el espacio esperando que alguien las recoja. De pequeños nos quedabamos lo que estaba tirado por ahí, pero ya no se puede. Esta carta es absurda, pero mas lo es, a veces, la realidad.
Fdo: Leandro Gao, ordenador esnifao
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